miércoles, 10 de abril de 2024

J’ACCUSE: POLANSKI NO ES DREYFUS

J’accuse. El affair Dreyfus. Director: Roman Polanski. Protagonistas: Jean Dujardin, Louis Garrel, Emmanuelle Seigner, Grégory Gadebois, Hervé Pierre, Wladimir Yordanoff, Didier Sandre, Melvil Poupad, Mathieu Amalric, Laurent Stocker, Eric Ruf, Vincent Pérez, Michel Vuillermoz, André Marcon. Guionistas: Robert Harris, Roman Polanski. Basado en la novela An Officer and a Spy (2013), de Robert Harris. Légende Films / RP Productions / Gaumont / France 2 Cinéma / France 3 Cinéma / Eliseo cinema / Rai Cinema / Kinoprime Foundation / Canal+ / Ciné+. Francia / Italia, 2019. Estreno en la Argentina: 19 de agosto de 2021.


1894. Alfred Dreyfus, capitán del Ejército francés, enfrenta al tribunal militar que lo acusa de haber entregado documentos secretos a Alemania. Encontrado culpable de alta traición, resulta condenado al destierro y a prisión perpetua en la colonia penal de la Isla del Diablo, mundialmente famosa por el trato inhumano que le brindaba a los detenidos. El hecho histórico real es conocido: Dreyfus era inocente y había sido castigado de manera injusta. No por ser espía, sino por ser judío.


C
iñéndose a la estructura del thriller judicial presente en la novela original de Robert Harris, Roman Polanski desanda los doce años de idas y vueltas en el caso que dividió las aguas de la sociedad francesa de la época. Y para eso se apoya en la inmensa composición de Jean Dujardin como el coronel Georges Picquart, notorio antisemita que, entre la afirmación de sus prejuicios y la búsqueda de la Verdad y la Justicia, decide avanzar en contra de su hostil discriminación.


De manera tan firme como detallada, la película exhibe la deconstrucción de la mentira, de la torpeza institucional, del error deliberadamente preservado. En este doble proceso (realidad histórica y discurso cinematográfico), la figura de Émile Zola (André Marcon) aparece como el verdadero punto de quiebre que decantará en la libertad y absolución de Dreyfus (Louis Garrel en un trabajo de enorme minimalismo). Con su famoso artículo Yo acuso, publicado por el diario L’Aurore el 13 de enero de 1898, Zola inauguró la figura del intelectual comprometido; y expuso la maraña de intereses y actos de corrupción que protegían al culpable y castigaban al inocente.


Monumental manifiesto contra la injusticia ejercida desde el Estado y los poderes de turno, J’accuse es una obra movilizante y conmovedora, sumamente contemporánea y universal. Pero también es cierto que uno no puede dejar de verla como el intento maniqueo de Polanski por equiparar su situación personal (múltiples denuncias de acoso y abuso sexual) con la vivida por Dreyfus. Pero en donde el militar francés fue víctima, el director franco-polaco sigue siendo un victimario confeso y profugado. J’accuse es una película que merece verse (incluso más de una vez), teniendo en claro que Polanski no es Dreyfus.
Fernando Ariel García

sábado, 30 de marzo de 2024

VENOM: UNIVERSO ARÁCNIDO, SAGA PARASITARIA

Venom. Director: Ruben Fleischer. Protagonistas: Tom Hardy (Eddie Brock / Venom), Brad Venable (voz adicional de Venom), Michelle Williams (Anne Weying / She-Venom), Riz Ahmed (Carlton Drake / Riot), Scott Haze (Roland Treece) y Reid Scott (Dan Lewis), entre otros. Participación especial de Chris O’Hara (John Jameson), Woody Harrelson (Cletus Kasady) y Stan Lee. Guionistas: Jeff Pinkner, Scott Rosenberg, Kelly Marcel. Basados en personajes y situaciones creadas por David Michelinie, Todd McFarlane, Mark Bagley y Ron Lim, entre otros, para los cómics Marvel, en particular las sagas Venom: Lethal Protector (1993) y Planet of the Symbiotes (1995). Columbia Pictures / Marvel Entertainment / Tencent Pictures / Arad Productions / Matt Tolmach Productions / Pascal Pictures. EE.UU., 2018. Estreno en la Argentina: 4 de octubre de 2018.


Según las nuevas teorías de la comunicación, el receptor ya no busca informarse sino ratificar sus ideas previas como forma de convalidar su posición y/o su prejuicio. Y debe ser cierto, porque me acerqué a Venom pensando que iba a ver una película que no me iba a gustar; y eso es exactamente lo que pasó. Razón por la cual terminé reafirmando mi idea previa: Si lo más interesante que tiene para ofrecer un film de superhéroes es la escena post-créditos, es porque la película en sí no tiene nada interesante para ofrecer.


La primera entrega del Universo Arácnido de Sony sin Spider-Man (o, mejor dicho, sin el Spider-Man del Universo Cinematográfico de Marvel), prescinde también del Venom anterior que habíamos visto en el tercer film del Spider-Man con Tobey Maguire, que sí forma parte del Universo Arácnido de Sony sin Spider-Man (o, mejor dicho, sin el Spider-Man del Universo Cinematográfico de Marvel). No importa, nada de esta disquisición sin sentido le hubiera agregado emoción, intriga, sorpresa a este Venom sin sentido; con pretensiones de alcanzar las alturas del Batman de Adam West, pero sin conocer el palo ni demostrar condiciones para ello.


Sacando el carisma de Tom Hardy (innegable), el resto del metraje de esta saga parasitaria del trepamuros hace agua por donde se lo mire. Aventura que nunca supera la chatura de lo conocido y transitado, comedia sin gracia que termina siendo tonta, violencia gratuita y extrema que pretende cancherear con el mal gusto, personajes acartonados que no salen de la morisqueta que exhiben como comportamiento. Buenos muy buenos, malos muy malos y el recurso ya agotado de enfrentar al (anti)héroe con una copia más grande, más poderosa y más desalmada de él mismo. Y la promesa de repetirlo todo en la secuela, sólo que contra el Carnage que personificará Woody Harrelson.


La escena post-créditos es otra cosa. Parece otra película porque, literalmente, es otra película. Parte del festín animado Spider-Man: Un nuevo universo que viene a introducir al Hombre-Araña afroamericano de Miles Morales y, enredado en su telaraña, el concepto total del Multiverso. Decir que es una joya es quedarse corto, que le pasa el trapo a todo lo que vimos antes de llegar a este cierre, es obvio. No hay que quedarse hasta el final para ver esta secuencia. Hay que saltarse todo el film para ver sólo esta secuencia. Y, si es posible, más de una vez.
Fernando Ariel García

miércoles, 20 de marzo de 2024

CUESTIONARIO MANECO: FRANK ARBELO

En el cierre del programa Inside the Actors Studio, James Lipton le hace diez preguntas a su estrella invitada. Más conocido como el Cuestionario Pivot, se trata de una variante del que utilizaba el periodista francés Bernard Pivot en el ciclo Bouillon de Culture. Que es, a su vez, una vuelta de tuerca sobre el originario Cuestionario Proust, una serie de preguntas que buscan iluminar aspectos desconocidos del entrevistado. Se le hizo por primera vez al escritor francés Marcel Proust (de ahí su nombre) y con el correr de los años y las décadas, le fue repreguntado a cientos de personalidades en todo el mundo.


LA BITÁCORA DE MANECO no quiso ser menos y se animó a reversionar este verdadero clásico del periodismo cultural. Y hoy le toca contestar a Frank Arbelo, artista plástico nacido en Cuba y asentado desde hace años en Bolivia. Lo de “hoy” es una forma de decir, por supuesto, ya que este CUESTIONARIO MANECO fue respondido en marzo de 2013, se perdió en una computadora infestada y reapareció en un pendrive que se había traspapelado. Pidiendo las disculpas correspondientes, lo damos a conocer.


Parte fundacional del movimiento conocido como La Nueva Historieta Boliviana, Arbelo se hizo fuerte con la autogestión editorial a escala local y latinoamericana, principalmente la revista Suda Mery K! y el libro La fiesta pagana. También colaboró en distintos proyectos colectivos, como Crash!, Reflejos rotos, 4 historietas para ti, Negro, 15 Historietas Bolivianas Contemporáneas, El Fanzineroso, Gringo Muerto, Ragú, Cábula y Barsowia, entre muchos otros.


Un primer salto cualitativo lo supuso su paso por el blog Historietas reales, donde perfeccionó su mirada narrativa sobre la crónica autobiográfica y la adaptación literaria. Allí pulió su voz autoral hasta fusionar de manera natural y orgánica las formas y los contenidos del relato, pariendo un registro austero y profundo, simple y sintético, sensible y crítico, siempre certero en sus apuntes sobre la condición humana. Llegó a la revista Fierro en el momento justo de síntesis gráfica y expansión emocional de su arte, que cuajó en esa maravilla guionada por Pablo de Santis: Justicia Poética.


Dibujante desde que tiene memoria, el estilo Arbelo combina la tradición de la línea clara y el clasicismo de la historieta adulta latinoamericana y europea, enriquecida por las expresiones de la ilustración literaria infantil, el afichismo político y el diseño gráfico publicitario, todas vertientes que abarca como profesional de la comunicación. Su obra trasunta cierta predilección por el costado absurdo de la existencia, la ironía que surge de la contradicción; y el humor negro como coraza contra las inclemencias del mundo.



¿Cuál es tu mayor virtud?
Hablar poco.
¿Qué es lo mejor que tiene la amistad?
Poder contar con una persona y que esa persona pueda contar contigo. En las buenas y en las malas.
¿Qué es la felicidad?
Un beso de mis hijos.
¿Qué es la tristeza?
La muerte.
¿Dónde te gustaría vivir?
Aquí, en mi casa.
¿Quién te gustaría ser si no pudieras ser vos?
Steve Gadd.
¿Cuál es tu comida favorita?
Albóndigas en salsa con arroz.
¿Cuál es tu talento natural más relevante?
Dibujar más o menos bien.
¿Cómo te gustaría morir?
A los 95 años, de un infarto mientras duermo.
¿Cuál es tu frase de cabecera?
La vida es como un gallinero, la gallina que duerme en el palo de arriba siempre caga a la que duerme en el de abajo.


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martes, 19 de marzo de 2024

LOS AÑOS CUBANOS DE JAN

En 2009, el cierre de SONASTE MANECO dejó una serie de artículos realizados y sin publicar. Uno de ellos fue este perfil de la etapa cubana del español Jan (Juan López Fernández), que El Delga (José Delgado) había escrito en exclusiva para la sección Las historietas abiertas de América Latina. Quince años después de haberse perdido en una computadora infestada, el artículo reapareció en un pendrive que había traspapelado. Pidiendo las disculpas pertinentes por el (enorme) atraso, aquí va este vistazo a la obra menos conocida del enorme creador de Superlópez.


Antes de consagrarse como Jan, el español Juan López Fernández tuvo una activa vida profesional en Cuba. Entre 1959 y 1969, el futuro creador de Superlópez desarrolló su carrera como historietista, humorista gráfico y animador, bajo el seudónimo de Juan José. Colaboró con (y contribuyó en la formación de) Juan Padrón, el autor más importante del noveno arte cubano; y de un aprendiz de caricaturista que, con el correr de los años, se convertiría en una de las voces principales de la Nueva Trova: Silvio Rodríguez.


Pero empecemos por el principio. Acompañando a su familia, el veinteañero Juan López Fernández llegó a Cuba en 1959, con la Revolución triunfante y en el poder. Por su experiencia profesional previa en Barcelona, logró insertarse en el mercado del dibujo publicitario, descollando como animador principal de la agencia Siboney. En poco tiempo, pasó a formar parte del recién creado Departamento de Animación Especial del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica, donde realizó diversas animaciones para Enciclopedia Popular (La historia del alfabeto, entre otras), notas para el Noticiero ICAIC, cortos didácticos y créditos de películas, entre otros trabajos.


En 1963 ascendió a Director de Animación de los Estudios Fílmicos de la televisión cubana. También inició sus colaboraciones con el periódico Hoy y el semanario Mella, firmando sus colaboraciones como Juan José. Un año después ya formaba parte de la plantilla del tabloide, que entre sus principales atractivos contaba con materiales para jóvenes lectores e historietas. En ese entonces, Cuba había dejado de recibir los cómics provenientes de los EE.UU., razón por la cual el noveno arte cubano renació, con mucha fuerza, en la isla. Guiando las manos de los jóvenes creadores estaba el magisterio de Juan José y de Virgilio Martínez, talento local que, durante la época clandestina de la publicación (la dictadura de Fulgencio Batista), había utilizado el seudónimo de Laura.


Impreso en rotograbado, Mella incluía un suplemento con algunas páginas impresas a cuatro colores. Y justamente aquí, Juan José comenzó a darse a conocer como historietista. Su primer trabajo fue Lucas y Silvio, historia de ciencia-ficción protagonizada por el viejo y el niño del título. El pequeño Silvio, con sus espejuelos y todo, estaba inspirado en quien llegaría a ser uno de los cantautores más importantes de la Nueva Trova, Silvio Rodríguez, por entonces un aprendiz de caricaturista que venía trabajando con Virgilio.


Con el correr de los números, a Juan José le nació un personaje llamado Chaparrito, pequeño campesino mexicano con sombrero de charro, que cumplía misiones para Zapata y Pancho Villa. En sus aventuras, además, solían decir presente bandidos típicos del oeste norteamericano y otros malvados escapados del circo romano y los castillos medievales. En esta etapa de Mella hace su aparición uno de los personajes más importantes de la historieta cubana, Supertiñosa, obra de Marcos Behemaras (guion) y Virgilio (dibujos). Parodia de Superman, las hazañas de este paladín al que nunca le salían bien las cosas, fue continuado gráficamente por diversos dibujantes. Entre ellos, el propio Juan José. En lo personal, me gusta pensar que Superlópez, su creación más famosa e internacional, pueda haber tenido su génesis aquí.


Más allá de mis elucubraciones, una de los hechos trascendentes del momento fue la creación de El Hueco, página de humor gráfico realizada por Juan José, Silvio Rodríguez y un debutante Juan Padrón (creador de Elpidio Valdés y Vampiros en La Habana), que firmaba como Padroncitto. En 1964, los dos últimos debieron cumplir con el servicio militar, razón por la cual durante los próximos tres años Padroncitto colaboró con la sección desde su unidad castrense, reflejando la vida de un joven recluta en la marina de guerra. Para suerte de nuestra poesía y música, Silvio Rodríguez intimó tanto con su guitarra en esos días de soldado, que al volver a la vida civil abandonó el mundo de la historieta.


Pero Juan Padrón sí regresó y, a partir de 1967, empezó a incursionar con Juan José en el humor negro que no se reía de las desgracias humanas, poblando sus chistes de verdugos y vampiros. Las colaboraciones entre los dos autores saltarían de la página impresa al dibujo animado, llegando a realizar una serie de obras para los Estudios de la Televisión Cubana entre 1967 y 1968.


Con el surgimiento del diario Juventud Rebelde, se discontinuó la revista Mella y su colectivo de autores fue incorporado al nuevo periódico. Su llegada coincidió con el arribo de los profesionales de la desaparecida Pionero, reconvertida ahora en tabloide semanal a dos colores. Ambos equipos terminaron dando forma a un seleccionado de creadores gráficos nunca antes visto en Cuba, fundadores del suplemento humorístico La Chicharra, antecedente de El Sable y el DDT.


Con guiones del escritor cubano Froilán Escobar, Juan José inició en Pionero las fábulas del Duendecillo cuenta; y se prodigó ilustrando textos y adaptando cuentos clásicos al lenguaje de la historieta. Además, incursionó en el afiche político y colaboró con la revista Din Don, de Ediciones en Colores. Finalmente, Juan José abandonó la isla en 1969, pero nos dejó una obra de gran valor artístico y cultural, además de su influencia en la formación profesional de muchos de nuestros historietistas y animadores.

lunes, 18 de marzo de 2024

MONICA: ENSAYO SOBRE LA FRAGMENTACIÓN

Monica. Autor: Daniel Clowes. Traductores: Hernán Martignone y Mauro Golfier. Letreado: Juan Damián Correa y Javier Hildebrandt. Hotel de las Ideas. Argentina, octubre de 2023.


En el ámbito científico, la fragmentación remite al mecanismo de división asexual donde un individuo determinado puede escindirse en diferentes partes y, desde esos mismos pedazos, dar inicio al proceso de reconstrucción del organismo completo. En el campo bélico, la fragmentación es un tipo específico de bomba que, al abrirse, despide una gran cantidad de explosivos más pequeños, cada uno con capacidades diferentes. En el terreno informático, por último, la fragmentación es la generación de espacios en blanco, derivada del manejo de la información al momento de crear, modificar y/o eliminar algunos archivos.


La última obra de Daniel Clowes, Monica (EE.UU., octubre de 2023), compone un thriller psicológico que, en forma y fondo, abraza estas tres definiciones como sujeto de estudio y ejercicio creativo. Retrato fragmentado de una persona fragmentada, que funciona como representación de una sociedad fragmentada, individualista e insensible. Como personaje, Monica busca en el pasado las razones de su indeterminismo y los motivos que la obliguen a avanzar y superar el estadío que la aqueja y la perturba. Como (meta)narración secuencial, rompe la linealidad para reconstruirla en base a conexiones aparentemente inconexas, en sintonía con los géneros que el autor leyó de chico y que cimentaron algunas obras maestras del cómic estadounidense: Guerra, romance, terror, policial, sobrenatural y erotismo underground, con un apego especial a la sensibilidad crítica de la EC Comics.


A saltos temporales, el lector deberá completar el rompecabezas que es la historia de vida de la protagonista, jalonada por sus acciones y las de algunos familiares directos que, de manera satelital, van ayudando a definir las aristas de una personalidad compleja y doliente, sufrida y abandonada, esperanzada y oscura. Piadoso viaje por el sufrimiento que resuena en el vacío eco de la frustración más íntima, el cómic echa una mirada surrealista sobre la naturaleza humana. Estilo clowesiano que potencia el misterio y la extrañeza, la distante frialdad y enajenación que serpentea en la cotidianeidad más chata del mundo suburbano, el lado b del sueño americano ya asentado como pesadilla global.


Monica exhibe contemporaneidad desde sus convenciones estéticas de los ‘50, transpira atemporales traumas y neurosis como modo de interpelar esa condición existencial irresuelta y exponencial. Mientras busca a su padre y a su madre, irá forjando la paranoia identitaria que necesita comprender, sin saber que la insatisfacción que la habita es hija del fracaso de los ideales de la contracultura y del fracaso del materialismo capitalista. Alimentos de la desilusión colectiva, motores del hastío, la bronca y el odio que, como sociedad, hemos transferido reconvertido en poder político a los trumps, bolsonaros y mileis de nuestra era, garantes de la destrucción de todos los consensos que supimos conseguir. Elementos constitutivos del fenómeno de la fragmentación que Clowes traduce en preguntas ardientes y certeras. Formuladas al borde del precipicio, en el momento que antecede a la toma de la decisión postrera.
Fernando Ariel García

viernes, 15 de marzo de 2024

MAVKA: ENTRE EL OSO Y EL ÁGUILA

Mavka. Guardiana del bosque. Directores: Oleh Malamuzh, Oleksandra Ruban, Yevheniy Yermak. Protagonista: Kateryna Kukhar (referencia corporal para Mavka). Voces (ucraniano): Nataliya Denisenko (Mavka), Artem Pivovarov (Lukash), Elena Kravets (Kylyna), Mykhailo Khoma (Hush), Oleh Mykhailvuta (Tío Lev), Serhiy Prytula (Frol), Nazar Zadneprovskiy (Lesh), Yuliya Sanina (Ondina) y Nina Matviyenko (narradora), entre otros. Voces (castellano): Jacqueline Recalde (Mavka), Diego Mazacote (Lucas), Maco Cacavelos (Kilina), Alejandro Villamayor (Hush / Tío Leo), Hugo Ezequiel Velázquez (Frol), Marcos Sánchez (Lesh), Sifri Sanabria (Ondina) y Cynthia Schaerer (narradora), entre otros. Guionista: Yaroslav Voytseshek. Basado en el poema La canción del bosque (Lisova pisnia, 1911), de Lesya Ukrainka. Canciones (ucraniano): Mavka. Lisova pisnia, interpretada por Khrystyna Soloviy; y Moba bitpy, interpretada por Artem Pivovarov y Khrystyna Soloviy. Canciones (castellano): La canción del bosque y Lenguaje del viento, interpretadas por Amambay Narváez, Aquiles Oviedo y Maco Cacavelos. Animagrad / Film.UA Group. Ucrania, 2023. Estreno en la Argentina: 8 de febrero de 2024.


La esencia del pueblo ucraniano está siendo atacada por un malvado y desalmado agresor, que sólo quiere destruirla para apropiarse de su vida y sus riquezas. Parece una síntesis muy apretada de la invasión rusa a Ucrania; y tal vez eso explique el por qué Mavka: Guardiana del bosque (Mavka: Lisova pisnia) terminó siendo la película animada más taquillera del cine ucraniano del año pasado, superando en taquilla al tanque hollywoodense Avatar: El camino del agua.


Y si bien
hoy resulta casi imposible separar la historia del discurso nacionalista frente a la coyuntura bélica, lo cierto es que el film nació hace ocho años con un propósito muy distinto: Adaptar el popular relato folklórico La canción del bosque, escrito en 1911 por Lesya Ukrainka, una de las escritoras más conocidas y reconocidas de la nación. El poema, primer exponente del género fantástico ucraniano, puede ser leído también como una comedia romántica entre una mítica criatura del bosque (Mavka) y un joven humano de buen corazón (Lucas). Una unión que simboliza el nacimiento de la identidad ucraniana, forjada en el amor inquebrantable entre el espíritu del pueblo y la fecundidad terrenal del país.


Por ahí, más o menos, va la aventura dirigida por Oleh Malamuzh, Oleksandra Ruban y Yevheniy Yermak. Reducción bastante estereotipada (¿responsabilidad del doblaje o era así en el original?) que pone el bien y el mal en espacios y personajes nítidamente opuestos, junto con una batería de prejuicios y opiniones infundadas, distribuidas por igual a ambos lados de la grieta. El recorrido tampoco es muy original, y cualquiera con un par de fábulas animadas encima llega al final sorpresa antes que los protagonistas y la película.


A nivel general, a pesar de las vestimentas, músicas, canciones, escenarios, costumbres y algún vocabulario con color local, Mavka se ve (se siente) como la versión Disney de un cuento tradicional ucraniano; y no como la expresión ucraniana de un fenómeno cultural propio. La apropiación de formatos y estilos patentados por el tío Walt, termina permitiendo la entrega del patrimonio simbólico propio al imaginario hegemónico globalizado. No sabemos en qué terminará el enfrentamiento con el oso zarista, pero la estratégica sumisión al águila imperial pareciera ser un hecho consumado.
Fernando Ariel García

miércoles, 13 de marzo de 2024

ECHO: LA ENUNCIACIÓN AL PODER

Echo. Directores: Sydney Freeland, Catriona McKenzie. Protagonistas: Alaqua Cox (Maya López / Echo), Chaske Spencer, Tantoo Cardinal, Devery Jacobs, Zahn McClarnon, Cody Lightning y Graham Greene, entre otros. Con Vincent D’Onofrio (Wilson Fisk / Kingpin). Participación especial de Charlie Cox (Matt Murdock / Daredevil) y Jeremy Renner (Clint Barton / Ronin, en material de archivo). Guionistas: Marion Dayre, Josh Feldman, Steven Paul Judd, Ken Kristensen, Rebecca Roanhorse, Bobby Wilson, Jason Gavin, Shoshannah Stern, Chantelle M. Wells, Amy Rardin, Ellen Morton. Basado en personajes y situaciones creados por David Mack, Joe Quesada, Stan Lee, John Romita y Bill Everett, entre otros, para los comics Marvel. Productores ejecutivos: Kevin Feige y Victoria Alonso, entre otros. Marvel Studios. EE.UU., 2024. Estreno en la Argentina: Disponible en Disney+ desde el 9 de enero de 2024.


Lo voy a decir de entrada. La serie me pareció un plomazo. Larga (a pesar de que son sólo cinco episodios), lenta, poco interesante y, por momentos, demasiado soporífera). La trama mística se ve venir desde el primer fotograma y el meollo familiar no llegó a involucrarme, quizá porque la química entre los actores pivotea entre lo exiguo y lo nulo. El entramado de imágenes de la apertura, junto con el tema musical que la viste a la perfección (Burning, del grupo indie rock Yeah Yeah Yeahs), promete todo lo que la serie debería haber tenido pero (para mí) no tuvo: Fuerza, empuje, reflexión, intensidad, curiosidad. Y un hálito lo suficientemente oscuro para deconstruir la luz sin necesidad de anularla.


Desde su premisa argumental, desanda y anda la historia personal de Maya López a partir de lo visto en Hawkeye. Básicamente, la exploración de sus raíces indígenas (la tribu Chocktaw) en Oklahoma, la tregua con su pasado nativo y citadino, el descubrimiento de su capacidad para hacer reverberar en sí misma el poder mágico que le legan sus ancestros mujeres. Pero para ser un ensayo sobre el trauma visto desde la perspectiva del policial negro, abusa del discurso sobre la rabia, la furia y la emocionalidad contenida; y del recurso visual de la acción ultraviolenta, sin generar fluidez narrativa entre ambos compartimentos estancos.


Soy de los que creen que lo mejor que Echo tiene para ofrecer pasa por el Kingpin de D’Onofrio y el cameo de Daredevil. Porque incorporan definitivamente la cancelada pata Netflix al Universo Cinematográfico de Marvel, incluye una nueva mención a los X-Men (sin necesidad de nombrarlos) y abre la puerta para el despegue de la carrera política del ¿alcalde de New York? Wilson Fisk. Pero también creo que, si todo lo secundario a la trama principal de Echo resulta más atractivo que el arco argumental de la propia protagonista, es porque ese arco argumental no funciona como debería.


Mi teoría (siempre personal, siempre intransferible) es que la corrección política de las formas volvió a primar sobre la calidad de los contenidos. Está buenísimo que una actriz descendiente de indígenas nativos, sorda y amputada, interprete a un personaje descendiente de indígenas nativos, sorda y amputada. Que una gran parte del equipo técnico sea descendiente de indígenas nativos y que la trama incorpore cultura e historia chocktaw. Que todos los involucrados, dentro y fuera de la ficción, hayan sido capacitados en lengua de señas; y que se hayan utilizado planos y enfoques que permitan incorporar la lengua de señas entre los personajes y para los espectadores. Todas decisiones que apuntan a una inclusión real y una representación fidedigna de las (mal llamadas) minorías.


Pero un hecho artístico es (o debería ser) algo más que la sumatoria de resoluciones técnicas puestas al servicio de convicciones inclaudicables. Per se, la presencia de estos valores no garantiza ningún resultado cualitativo para la serie o producción cultural en cuestión. Porque el logro creativo no depende de la inclusión o exclusión de estos valores, sino de la capacidad para articularlos dentro de los elementos constitutivos del relato. Y entre la enunciación y la praxis narrativa dentro del universo de la ficción, Marvel volvió a optar por la primera opción. Por eso, Echo terminó siendo el eco de lo que podría haber sido.
Fernando Ariel García